viernes, 2 de enero de 2015

Experiencia


Buenos días. Pasa el tiempo y nos hacemos mas y mas mayores. Ya se nos escapó otro año. Este 2014 que se nos fue puede haber sido para nosotros más o menos fructífero, mas o menos bueno pero lo que es indiscutible es que sin duda lo mejor que nos ha regalado ese año es la experiencia...

Un año, se mire por donde se mire es un conjunto de experiencias que si somos capaces de hacer una buena lectura y aplicar a nuestra vida nos va a permitir crecer.

Por esto os comparto este interesantísimo artículo acerca de la experiencia para proponeros que cuando hagamos balance de lo que vivimos en el pasado año analicéis qué experiencias tuvisteis y los aprendizajes que dichas experiencias te han facilitado.

CRECER CON LA EXPERIENCIA

" Ya en los primeros tiempos del desarrollo de la terapia Gestalt, Fritz Perls, su creador, estableció la dinámica figura - fondo como el mecanismo privilegiado con el que se maneja la conciencia. Es decir, que de la gran cantidad de elementos que percibimos constantemente a través de nuestros sentidos , uno - o un conjunto de ellos - cobra más importancia de acuerdo con nuestra necesidad más apremiante en ese momento.
Solemos decir que ese elementos de nuestra percepción " se hace figura", mientras que el resto permanece en el fondo, tiñendo de algún modo la percepción dominante.

Algunos años más tarde, Joseph Zinker, uno  de los principales teóricos modernos de la terapia Gestalt, descubrió de forma más detallada el proceso interno que atravesamos cada vez que nos encontramos frente a una necesidad que debemos satisfacer. Zinker llamó a este proceso el ciclo de la experiencia. El nombre es bastante acertado, pues, por un lado, describe cada una de las fases que debemos recorrer ante cada experiencia vital y, por el otro, porque solo si atravesamos todas y cada una de las estancias que componen el ciclo, sin saltarnos ni interrumpir ninguna de ellas, podremos decir que hemos experimentado algo de verdad. Solo entonces tendremos una vivencia cabal de lo que nos ha ocurrido y de lo que hemos hecho con eso, de lo contrario, la situación se convertirá en un "como si", en un simulacro.

El ciclo en sí mismo es bastante sencillo : cuando todas nuestras necesidades están satisfechas, estamos en un estado de reposo; es decir, no existe tensión ninguna. Estamos en un completo equilibrio con nuestro entorno. Por supuesto, las condiciones del exterior y de nuestro medio interior cambian , y nuestro equilibrio se rompe. Es necesario, entonces, algún ajuste para restablecer la homeostasis. Al comienzo, sentimos ese equilibrio como una inquietud, una molestia inespecífica, indiferenciada. Es una sensación más o menos vaga que nos dice " aquí algo va más", pero no sabemos aún qué es ese algo. Es interesante comprobar que el ciclo de la experiencia se cumple de igual modo tanto para las necesidades fisiológicas - el hambre o la sed- como para las necesidades psicológicas - la búsqueda de afecto o la contención-. Por eso, en esta etapa es posible que no sepamos si eso que "va mal"  pertenece a lo físico o a lo psíquico. Pero lo que sí sabemos es que se ha roto la homeostasis, lo que se vive básicamente como un aumento de tensión.
 
En el paso siguiente, esta sensación es identificada y nombrada: " lo que siento es hambre" o "lo que siento es soledad". Es el momento que conocemos como "darse ". A continuación sigue, en el ciclo de la experiencia , la movilización de la energía que será necesaria para ponernos en marcha hacia la siguiente etapa: la acción.

Actuar implica interactuar con el mundo de un modo que sea funcional a nuestra necesidad,. Por ejemplo, si siento hambre, iré a la cocina y me prepararé un bocadillo; o, si me siento solo, llamaré a un amigo. Sin embargo, esto no es suficiente para que la necesidad sea satisfecha. Es imprescindible dar un paso, que en el argot de la terapia gestáltica se denomina " Contacto". Significa que algo del mundo exterior debe ser incorporado. Para que la comida alimente de verdad, debe ser absorbida - y, para ello, primero debe ser masticada y digerida-. Para que una compañía lo sea realmente , algo de la presencia del otro debe tocarnos; si esa persona no dice nada que nos conmueva ni parece conmoverse por nada que le decimos, seguramente nos seguiremos sintiendo igual de solos. Pero si hay verdadero contacto, entonces la necesidad se satisface , la figura que había emergido fruto de la tensión regresa al fondo y volvemos al estado de reposo, desde donde pronto surgirá una nueva necesidad que recorrerá el mismo ciclo.

Ahora bien, muchas veces sucede, por distintas razones, que interrumpimos este ciclo impidiendo que se complete. Nos  quedamos detenidos en uno u otro estadio, lo que nos genera diferentes problemas. Por un lado, la necesidad no se satisface y, en consecuencia , la tensión inicial perdura y genera estrés. Por el otro, la experiencia no se completa y se pierde el aprendizaje y el crecimiento que podrían devenir de haberla atravesado. En ese caso, puede ser beneficioso reconocer en qué momento del ciclo solemos detenernos para facilitarnos la tarea de encontrar el modo de volver a ponernos en movimiento.

La primera interrupción puede darse en el momento de la sensación. Alguien puede no sentir excitación alguna, estar en un permanente estado de reposo en el que todo le es indiferente. La mayoría de las personas detenidas en este momento padecen trastornos mentales graves, aunque un choque emocional o una situación angustiante puede ocasionar en cualquiera de nosotros una interrupción en esta fa se del ciclo, dejándonos anestesiados. " No siento nada", podría decir alguien en esta  situación. "No lo se. Todo me da igual". Puesto que en esta etapa las sensaciones aún no tienen nombre, se trata de sensaciones corporales inespecíficas. El trabajo para salir de esta detenciones consiste en reconectarte con el propio cuerpo. La práctica del yoga o la meditación puede hacer que la persona empiece a reconocer esas tensiones escondidas en su cuerpo.
 
Con mayor frecuencia, puede darse una detención antes del segundo escalón: la identificación de las emociones y el reconocimiento  y la diferenciación de cada una de ellas. ¿ Cómo sabemos que lo que sentimos es precisamente lo que creemos que es? Muy sencillo, por comparación con experiencias anteriores: " Una vez ya sentí esto y se calmó después de comer, así es que debe de ser hambre". Por supuesto, la mayoría de las veces este proceso es tan rápido y fluido que resulta imperceptible; pero, en ocasiones, la identificación de la sensación falla. Hace poco, un paciente con cierto sobrepeso me comentó que se había dado cuenta de que interpretaba como "hambre" cualquier inquietud : cuando estaba estresado, comía: cuando estaba asustado, comía... Esta indiscreción era, sin duda, una de las raíces de su desorden alimentario. Las personas con dificultades para "darse cuenta" deben realizar un trabajo de reeducación, desaparecer algunas cosas que creen saber para aprenderlas luego de una manera nueva. 
 
Esto requiere entrenarse en la concentración, porque analizar y diferenciar, por ejemplo, la angustia del hambre no es tan sencillo y hay que prestar atención a los detalles.
 
Hay quien, aún cuando puede sentir y después identificar con precisión la necesidad que lo apremia, se queda detenido allí, sin hacer nada: falla la movilización de energía. Ello puede deberse a una cuestión puramente biológica y química - para la que, si es necesario, habrá que recurrir a ciertos medicamentos-. O puede que esa persona no esté dispuesta a poner de su parte para satisfacer su necesidad porque cree  que son lo demás quienes deben ocuparse de ello. Si esta persona no quiere quedar estancada, deberá emplear sus propios recursos - su energía- para la resolución del conflicto.   
 
Cuando alguien ha movilizado la energía, ya puede pasar a la acción. Tendrá que orientarse en el entorno y diseñar una estrategia para satisfacer la necesidad; no se trata de actuar en cualquier sentido sino de ser certeros. Por eso, uno de los aspectos que deben trabajar las personas que se detienen ante la acción es el de la planificación. Y también el miedo al fracaso, teniendo presente que cualquier resultado, por malo que sea, es mejor que una actitud de parálisis e inacción. Una variante de este temor es e miedo a la entrega, el cual nos detiene no ya frente a la acción, sino frente al contacto.
 
Para que exista contacto, algo debe ser apropiado y, por un momento, debemos dejar entrar al otro, relajar los límites de nuestra persona y dejarnos conquistar. A muchos nos puede costar, pero el arma para combatir esta parálisis no es otra que saber que en ese dejarnos colonizar nos enriquecernos con lo que podemos tomar del otro.
 
Por último, hay un paso final para completar el ciclo: aprender a soltar una vez satisfecha la necesidad. Fritz Perls daba un nombre algo socarrón a quienes no soltaban el objeto a través del cual habían logrado la satisfacción, los llamaba " los pegotes". Para no quedar "pegoteados", debemos apartar la ilusión de la seguridad, pues, aunque hayamos encontrado lo que buscábamos en cierto lugar, no significa que siempre estará allí. Deberemos soportar la incertidumbre y la tensión inicial de cada nuevo ciclo.
 
Si, frente a las nuevas experiencias, estamos atentos y buscamos explorar cada una de estas fases, estaremos en las mejores condiciones para llevar en nuestras vidas un devenir saludable, dinámico y enriquecedor."
 
                                                                                           Demián Bucay
                                                            Médico y Terapeuta Gestáltico
                                                                                           Revista Mente Sana n. 81
 
Espero que os guste y os sirva. Hasta Mañana.
                                                                                                     
  

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