Buenos días. Como quien no quiere la cosa... ya hemos empezado este penúltimo mes del año.
Por eso y siguiendo el proyecto que empecé el mes pasado de ir compartiendo con vosotros extractos de libros. El libro que quiero compartir este mes es el libro de Carmela París llamado 12 pasos hacia la felicidad.
Todos buscamos la felicidad. Sea como sea que la entendamos, es el objetivo común a todas las personas.
Hoy para empezar a saborear este libro os comparto un fragmento en que la autora reflexiona acerca de la necesidad de Cambiar desde la base nuestra vida.
REAPRENDER A VIVIR
Los medios de comunicación, los dirigentes políticos, la sociedad, los familiares y amigos, continuamente nos bombardean con mensajes que nos incitan a producir y consumir. De forma soterrada ( o descaradamente) nos obligan a creer que así seremos felices, o que sólo el dinero cuenta. En los últimos años, la sociedad occidental ha mejorado su nivel de vida de forma espectacular y, sin embargo, no todas las personas que disfrutan de riqueza y confort son felices. ¿Por qué tantas personas sienten que su vida está vacía , a pesar de que cada vez que disponen de recursos para vivir mejor? ¿Por qué también los millonarios - como fue el casi de Cristina Oasis y Amschel Rothschild, por citar sólo dos ejemplos- se suicidan? Sin duda, porque poseer y consumir no es la panacea que se nos ha prometido. Se nos ha hecho creer que poseer y ostentar son sinónimos de felicidad y bienestar; desde los años cincuenta la sociedad occidental se ha lanzado a consumir, y ahora nos damos cuenta de que los resultados no han sido los esperados; sospechamos que se nos engañó, voluntaria o involuntariamente. Hemos construido toda nuestra existencia alrededor de unos principios económicos, sociales y hasta religiosos que parecían inquebrantables, sólidos como rocas. Y comprobar su falsedad puede generar reacciones de desesperación. Nos puede invadir un sentimiento de estupefacción cuando se han conseguido todas las consignas, cuando se han obedecido todos los mandatos, y no se han obtenido los resultados esperados. Ya no sirven las señales que nos permitían orientarnos para encontrar nuestro camino. Ahora, la vida n os parece cada vez más vacía, carente de sentido. Ante los innumerables problemas que parecen aumentar día a día, nos sentimos cada vez más imponentes , sin saber cuál es nuestro sitio en la sociedad, ni qué papel desempeñamos en ella.
Hemos crecido sin sospechar que el bienestar económico y el reconocimiento social, al que nos han enseñado a aspirar , solo conseguirán satisfacernos si para conseguirlos no se paga un precio excesivo, en cuanto a coste personal; si no nos impide desarrollar nuestras capacidades y sentirnos satisfecho con nosotros mismos; si no nos imposibilita disfrutar del instante por mero hecho de estar vivos. Sentirnos bien en nuestra propia piel no es fácil si antes no aprendemos a interesarnos por lo que ocurre en nuestro interior para saber cómo somos en realidad cómo podemos mejorar. Primero, necesitamos descubrir quienes somos y aceptarnos con nuestras limitaciones actuales, para aprender después a desarrollarnos como personas. Necesitamos relacionarnos mejor con quienes nos rodean, sin sentirnos obsesionados por el " qué dirán", para poder disfrutar y compartir una nueva sensación como individuos y como miembros solidarios de un grupo. La sociedad y la educación nos enseñan a cuidar nuestro exterior, nuestra imagen, nuestra profesión y nuestras adquisiciones; nos dicen cómo debemos de ser y nos hacen sentirnos culpables si no lo conseguimos. Pero no nos enseñan a cuidar nuestro interior, a estimularnos, a felicitarnos; en definitiva, a amarnos y a respetarnos, lo cual es imprescindible para poder lograr las metas a las que nos enseñan a aspirar. Tampoco nos advierten de que la ambición de poder desmedida, competitividad salvaje, el afán obsesivo de dinero o del exceso de trabajo tal vez proporcionan el triunfo social, pero en muchos casos de perder la salud y arruinar la vida.
A los jóvenes se les dice mil cosas sobre lo que deberán hacer para labrarse un futuro, pero ni una palabra de cómo el trabajo puede ser una fuente de bienestar y de felicidad y se disfruta mientras se realiza, si ayuda a desarrollar las posibilidades personales , si proporciona satisfacción y no sólo dinero. Se les oculta cuidadosamente que el trabajo realizado con escaso interés sólo les generará insatisfacción, aburrimiento y tristeza, aunque ganen mucho dinero. En muchas ocasiones escuchamos que la vida es lucha y sufrimiento y en muy pocas - o nunca- nos hablan de la satisfacción que genera el desarrollo de la creatividad aplicada a todo tipo de actividades de la vida cotidiana. Ni nos animan a gozar de los placeres que se encuentran al alcance de nuestra mano y que nos permitirían disfrutar de una vida más plena.
Cuando nos detenemos a pensar en que lo nos hicieron creer no se cumple, cuando sabemos que el malestar que sentimos no está causado por la carencia de algo sino por no saber qué es lo que se echa en falta, cuando se comprende que las viejas ideas ya no nos sirven, es probablemente el momento de cambiar de mentalidad, de comprender que la felicidad no la proporciona ni lo material , ni las creencias, ni el trabajo compulsivo, ni siquiera los amigos o los amores . Es el momento de dirigir la mirada hacia nuestro interior para reencontrar la verdadera esencia del ser humano y aprender a respetarla - en lugar de actuar continuamente en su contra-, para poder distinguir las necesidades reales de las que no lo son, para descubrir que las necesidades básicas que debe satisfacer la persona para sentirse a gusto consigo misma - además de vivir con un cierto confort- incluyen nuevas formas de expresar sus potencialidades, de sentirse útil, de sentirse reconocido, de amar y de ser amado. Para reconocer que hay que aprender nuevas formas de vida que permitan disfrutar intensamente cada momento y practicar actividades creativas y constructivas que beneficien tanto a uno mismo como a los demás, lo que facilitará que seamos más felices en un mundo mejor para todos.
Es la apuesta de nuestra época. No es sólo un deseo, es una necesidad. Si no lo ha aprendido desde niño, el adulto que desee encontrar el bienestar y la alegría de vivir tendrá que comenzar aspirar a la felicidad como uno más de los objetivos de su vida. Porque muchas veces no se sabe que se puede vivir mucho mejor, o se tienen unas ideas equivocadas sobre la felicidad. Tendrá que descubrir que la felicidad se experimenta cuando existe armonía y serenidad interior; que se encuentra con frecuencia en la satisfacción de uno mismo, la alegría de estar vivo, en relacionarse con sus semejantes con honestidad y sinceridad, en respetar el medio ambiente , en el placer que se manifiesta en los pequeños gestos y necesidades de la vida cotidiana, en el amor a la vida sentido y transmitido en cada instante, en sentirse dichoso sin saber por qué.
Descubrirá que la felicidad en la tierra es posible y que se puede disfrutar, incluso del dinero, mucho más de lo que se imaginaba. Pero antes tendrá que ganar confianza en sí mismo para aceptarse tal como es y poder así aprender de los errores, sin agobiarse con los reproches a los que está tan acostumbrado y que sólo consiguen inmovilizarte. Tendrá que disfrutar de una buena salud, porque es la salud lo que condiciona el acceso a la plenitud a la que aspira la persona. Necesita descubrir que sólo en sí mismo se encuentra esa fuerza poderosa que le permitirá alcanzar cualquier meta que se proponga, incluida la felicidad.
Espero que os guste y os sirva. Hasta mañana.
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