martes, 21 de octubre de 2014

Martes con mi viejo Profesor: Nuestra Cultura


Buenas tardes. Acudo con un poco retraso a nuestra cita de los martes con el gran Sociólogo Morrie Schwartz.

Esta semana os propongo reflexionar junto a Él acerca de nuestra cultura:

"Morrie creía en la bondad innata de las personas. Pero también veía en qué podían convertirse.
- Las personas solo son malas cuando se ven amenazadas - me dijo más tarde, aquel mismo día -, y eso es lo que hace nuestra cultura. Eso es lo que hace nuestra economía. Hasta las personas que tienen puestos de trabajo en nuestra economía se sienten amenazadas porque temen perderlos. Y cuando uno se siente amenazado , empieza a preocuparse únicamente de sí mismo. Empieza a hacer del dinero un dios. Todo forma parte de esta cultura.

Suspiró.

- Y, por eso, yo no me la trago.
Yo asentí con la cabeza y le apreté la mano. Ya nos cogíamos de la mano con regularidad. Era otro cambio para mí. Ya hacía normalmente cosas que antes me habrían dado vergüenza o repugnancia. La bolsa  del catéter, conectada al tubo que le salía de dentro y llena  de residuos líquidos de color verde, estaba junto a mi pie, cerca de la pata de su sillón. Algunos meses atrás, aquello podía haberme dado asco; ahora no tenía importancia. Lo mismo pasaba con el olor de la habitación después de que Morrie utilizara el inodoro. Ya no se podía permitir el lujo de moverse de un lugar a otro, de cerrar la puerta del baño al entrar y pulverizar con ambientador al salir. Tenía su cama, tenía su sillón y aquella era su vida . Si mi vida estuviera condensada en un dedal como aquel, dudo que fuera capaz de hacer que oliera mejor.

- He aquí lo que quiero decir cuando hablo de construir tu propia pequeña subcultura - dijo Morrie -. No quiero decir que pases por alto todas las reglas de tu comunidad. Yo no voy por ahí desnudo, por ejemplo. No me salto los semáforos en rojo. Puedo obedecer las cosas pequeñas. Pero las cosas grandes, cómo pensamos, lo que valoramos, esas debes elegirlas tú mismo. No puedes dejar que nadie, ni que ninguna sociedad las determine por ti.

Tomemos como ejemplo mi estado. Las cosas que se supone deben avergonzarme ahora : no ser capaz de andar, no ser capaz de andar,  no ser capaz  de limpiarme el culo, despertarme algunas mañanas con ganas de llorar, no tienen en sí nada de vergonzoso ni de deshonroso.

" Lo mismo pasa con las mujeres que no son lo bastante delgadas, o los hombres que no son lo bastante ricos. No es mas que lo que nuestra cultura quiere hacernos creer. No te lo creas.

Pregunté a Morrie por qué no se había ido a vivir a otra parte cuando era más joven.
- ¿Adonde? 
- No lo sé. A América del Sur. A nueva Guinea. A un sitio que no sea tan egoísta como Estados Unidos.

- Cada sociedad tiene problemas propios - dijo Morrie, levantando las cejas, haciendo el gesto más aproximado que podía de fruncir el ceño-. Creo que huir no es la manera. Tienes que trabajar para crearte tu propia cultura.

" Mira, vivas donde vivas, el defecto mayor que tenemos los seres humanos es que somos cortos de vista. No vemos lo que podríamos ser. Deberíamos estar viendo nuestras posibilidades, dando de nosotros al máximo hasta llegar a ser todo lo que podemos. Pero si estás rodeado de personas que dicen: "Quiero lo mío ya", al final hay unos pocos que lo tienen todo y unos militares que impiden que los pobres se levanten y se apoderen de ello.

Morrie miró por encima de mi hombro a la ventana del fondo. A veces se oía el ruido de un camión que pasaba o el azote del viento. Contempló durante uno momento las casas de sus vecinos y después siguió hablando.

- El problema, Mitch, es que no creemos que somos tan semejantes como somos en realidad. Los blancos y los negros, los católicos y los protestantes, los hombres y las mujeres. Si no viésemos más semejantes, podríamos estar muy deseosos de unirnos a la gran familia humana de este mundo, y de ocuparnos de esa familia del mismo modo que nos ocupa a la nuestra.

" Pero, creeme, cuando ya estás muriendo ves que es verdad. Todos tenemos el mismo principio, el nacimiento, y todos tenemos el mismo principio, el nacimiento, y todos tenemos el mismo  final, la muerte. Entonces, ¿Cuán diferentes podemos ser?.

"Invierte en la familia humana. Invierte en las personas. Construye una pequeña comunidad con los que amas y con los que te aman.

Me apretó suavemente la mano. Yo le devolví  el apretón más fuerte. Y, como en esos juegos de feria en los que das un golpe con un mazo y ves subir el disco por un poste, casi pude ver cómo subía el calor de mi cuerpo por el pecho de Morrie y por su cuello hasta llegar a sus mejillas y a su s ojos. Sonrió.

- Al principio de la vida, cuando somos niños recién nacidos, necesitamos de los demás para sobrevivir, ¿Verdad? Y al final de la vida, cuando te pones como yo, necesitas de los demás para sobrevivir, ¿ Verdad?.

Su voz se redujo a un susurro.
- Pero he aquí el secreto: entre las dos cosas, también necesitamos de los  demás."


Espero que os guste. Hasta Mañana           

No hay comentarios:

Publicar un comentario