miércoles, 10 de diciembre de 2014

Buenos Días


Buenos días. En esta mañana quiero compartiros este artículo de Ferrán Ramón - Cortés, psicólogo especializado en comunicación, en el que considero se hace una muy interesante reflexión acerca de la importancia que tienen en la relaciones humanas los pequeños detalles que tantas veces descuidamos por causa de todas las cosas que ocupamos nuestra mente y sin darnos cuenta nos van rompiendo los vínculos y dejándonos solos.

FRASES PARA PENSAR: ¡ BUENOS DÍAS!

Max esperaba a Claudia. Ella le había pedido ayuda por correo sobre un asunto relacionado con la escuela en la que era maestra. Habían quedado en casa de Max. Eran las diez de una mañana radiante y Claudia llegó puntualmente a la cita. Max decidió aprovechar el buen tiempo y le hizo una propuesta:

- ¿Qué te parece si nos acercamos al pueblo a tomar un café antes de ponernos a trabajar? Hoy hace un día precioso y no será un paseo largo....

-¡Encantada, Max! Tengo todo el día para mí, no hay ninguna prisa.

Salieron de inmediato y tras una agradable caminata llegaron al pueblo. Pero en lugar de ir directamente al bar de José, Max decidió continuar el paseo. Caminando por aquellas calles, se iban cruzando con los vecinos, que saludaban a Max con un elocuente ¡Buenos Días!. Max devolvía el saludo con evidentes muestras de cariño e incluso en dos ocasiones se paró unos instantes para compartir unas palabras con sus vecinos.

Cuando llegaban al bar, Claudia exclamó:
- ¡Eres un hombre famoso en tu pueblo! ¡ Todo el mundo te saluda!
- ¡ No, qué va! No lo soy en absoluto. Lo que soy es un hombre algo lento....
- ¿ Qué quieres decir?
- Que lo que estás viendo es algo que hacemos cada día todos con todos: saludarnos.
Pero, como mis vecinos son más rápidos que yo, siempre se me adelantan con el saludo.

Caminaron unos metros más en silencio, hasta que Max añadió:
- ¿ No lo hacéis vosotros?
- Es obvio que en la calle no, Max. Tu sabes que vivo en una gran ciudad; saludarnos todos allí sería impensable...
- Claro. Este es un privilegio de los pueblos pequeños. Pero ¿ no lo hacéis en ámbitos reducidos más reducidos? ¿ En la escuela, por ejemplo?.
Claudia reflexionó. Hubiera dicho que sí de forma impulsiva. Pero la verdad es que no lo hacían siempre e incluso diría que cada vez lo ha  cían menos. Finalmente dijo:
- Sí.... y no. Algunos nos saludamos, pero no todos ni siempre. Me temo que tiene que ver con nuestro acelerado ritmo de vida... No tenemos tiempo de ir saludándonos.

Max reflexionó unos instantes.
- Claudia, la comunicación diaria no es un problema de tiempo. Es un problema que hábito. Siempre hay tiempo para un pequeño intercambio. Un Buenos días o una sonrisa no alteran la agenda de nadie.
- Es posible, Max. ¿Pero es tan importante?
- Lo es, no lo dudes. La pequeña comunicación diaria, un sencillo Buenos días, es la manera de reconocer la presencia del otro y de hacerle sentirse una digna de nuestra atención. Es una expresión de afecto que nos carga las pilas, nos motiva y nos ayuda a empezar el día con buen pie.
- ¿ Y ese saludo no puede resultar en el fondo muy superficial? ¿O incluso artificial?
- Es diferente la expresión educada de puro formalismo que la muestra de afecto. Es algo que se nota enseguida. Pero, en cualquier caso, estamos haciendo llegar un mensaje esencial al otro: existes y me importas. Dicen que ignorar a alguien es la peor de las ofensas, y eso es precisamente lo que hacemos cuando no nos saludamos....

Estaban ya sentados en el bar de José, esperando el café, cuando Claudia le dijo:
- Max, ¿Qué podemos hacer para que nuestro saludo sea de corazón?
- No hace falta nada más que una expresión sincera y tu sonrisa. Un viejo proverbio tibetano dice: "La mitad de tu sonrisa es para ti y la otra mitad para el mundo".
Apuraron los cafés y decidieron regresar a casa. Aquel pequeño paseo había sido revelador para Claudia. Era consciente de que era parca en saludos y estaba determinada a cambiar. Le dolía pensar en el mensaje que estaba dando a las personas que no saludaba, ya fuera por prisa o por no prestar la suficiente atención. Realmente aquella tenía que ser, a partir de ese momento, una prioridad en su vida. Mientras se hacía estas reflexiones, le asaltaba una duda: ¿ La lección de esa mañana había sido casual?
Al llegar a casa de Max, Claudia encendió su ordenador portátil. Abrió el programa de correo y buscó la carpeta de los mensajes enviados. Los revisó y se dio cuenta de que todos eran correos directos, sin preámbulos. Descubrió, entre ellos, el último que había enviado a Max. Había escrito: 
" Max, ¿ Quedamos el jueves? Puedo llegar sobre las 10...."
No había en efectos, ningún saludo.
A punto de sentarse con Max para trabajar volvió a enviarle aquel correo. En evidente destacado añadió al inicio dos palabras y un signo: ¡Buenos días!

Espero que os sirva para la reflexión. Hasta mañana.    
   

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