Buenos días.
En estos días en que vuelvo a sumergirme en la cultura latinoamericana en la que pesan otros valores muy distintos a los de nuestra cultura europea no puedo evitar reflexionar acerca de adonde nos lleva una cultura tan materialista como la que tenemos en nuestra Europa en la que somos esclavos de lo material y cuando nos viene una situación como la actual nos quiebra nuestros esquemas mentales.
En relación con este tema he decidido compartiros este cuento tradicional que creo que atina fenomenalmente con el centro de la cuestión.
EL COLLARITO DE ORO
Era una niña a la que su madre compró un collar y le dice:—Mamá, me voy a jugar con mis amigas.—Pues trae para acá el collar, no le vayas a perder.—Que no, que me lo llevo.Entonces la niña se fue a jugar al campo, lejos y se quitó el collar para no romperle y ya se hizo de noche y se fue corriendo para casa y se le olvidó el collar y lLega a casa y le pregunta su madre por el collar.—¿Y el collar?—¡Ay! Se me ha olvidado.—¡Pues ya estás a por él!La niña, muerta de miedo, empezó a buscar y como estaba muy de noche, no lo encontró. Y salió un hombre:—Niña ¿qué haces?—Busco un collar que me he quedado olvidado.—Mira, asómate, que aquí en el zurrón le tengo.Y según se asomó, la metió en el zurrón y se la llevó por todos los pueblos, y entonces llegaba a las plazas de los pueblos y la gente se arremolinaba y él decía:—Mirad señoras lo que traigo aquí.Y le decía al zurrón:—¡Canta, zurrón, canta, que si no te pincho con una lanza!Y empezaba la niña a cantar:—Por un collarito de oro que en un zarzal me quedé, ahora me veo sin padres, sin beber y sin comer.Así por todos los pueblos hasta que llegó al pueblo de la niña, y en la plaza el hombre volvió a decir lo mismo:—¡Canta, zurrón, canta, que si no te pincho con una lanza!Y la niña cantó.Estaba la abuela de la niña allí en la plaza y llegó la hora de comer y el hombre le dijo a la abuela:—Mire usted, señora, ¿me puede guardar el saco este saco en su casa?Y se fue a comer.Y entonces la abuela que estaba con todos los nietos y todos los hermanos y empezaron los niños:—Abuela, hazme una rosca.Y dice la otra niña:—Y a mí otra.Y dice la otra niña:—Y a mí un roscón, que por eso estoy en el zurrón.Y dice la abuela:—¡Uy! Yo diría que esa voz me suena. Volved a decir lo mismo.Y otra vez:—Abuela, hazme una rosca.Y dice la otra niña:—Y a mí otra.Y dice la otra niña:—Y a mí un roscón, que por eso estoy en el zurrón.—¡Ah! Sí, esa voz es la de la mi niña.Y entonces abrieron el zurrón y salió la niña. le llenaron el zurrón al hombre de sapos y culebras. Llegó el hombre y dijo:—Señora, ya estoy aquí, ya me puede dar el zurrón.—Sí señor, se lo lleve usted.Se va el hombre a otro pueblo y decía:—¡Canta, zurrón, canta, que si no te pincho con una lanza!Y el zurrón no cantaba.Entonces, tanto pinchar el zurrón con la lanza, se rajó el saco y salieron los sapos y las culebras y se lo merendaron.
Espero que os guste y os sirva para la reflexión. Hasta Mañana
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