viernes, 7 de marzo de 2014

La luna y la estrella

Buenos Días.

Ya es viernes de nuevo y a las puertas de los días de relax y ocio que implica el fin de semana os comparto un relato extraído de las tertulias del siglo XXI que son los foros de internet.

En concreto este cuento es creación de una participante en un grupo de Psicología emocional de Facebook del que disfruto con frecuencia.

El cuento trata acerca de la dependencia emocional que es un mal verdaderamente extendido. La característica más importante del ser humano es precisamente la libertad. Sin embargo, tal y como os decía el miércoles en este blog, cada vez son mas las personas que renuncia a esta características y deciden que sean otros los que elijan por ellos.

Pues bien, nuestra amiga Amparo nos hace reflexionar acerca de el error que supone crear dependencia emocional de otra persona, ya sea tu pareja, tu madre, tu amigo, tu jefe...

Ojalá os sirva para la reflexión de hoy.

LA LUNA Y LA ESTRELLA
(Un relato sobre la Dependencia Emocional)

Hubo una vez una luna que se sentía pequeña, que variaba cada noche, y cada mes se sentía crecer y luego se sentía menguar. Tenía un preciosa estrella al lado, sin la cual ella pensaba que no sabía brillar. La estrella, tan radiante como era, sólo se ocupaba de brillar ella misma. Solía pensar que necesitaba más cielos y más estrellas a su alrededor y aunque le gustaba estar al lado de la luna, necesitaba senti...r la libertad de volar por el cielo. La luna quería ser como la estrella, la adoraba porque siempre brillaba con la misma intensidad, porque desprendía seguridad, porque había descubierto hermosas noches a su lado y porque pensaba que ella era la razón de su brillo. Resultó finalmente que la estrella era fugaz, y sólo estaba en ese cielo de paso. La luna sabía que no era una estrella normal, pero pensó que quizás las noches juntas serían suficiente motivo para que la estrella dejase de ser fugaz.

Su paso había dejado a la luna hipnotizada. Y cuando su destello se fue apagando, la luna deseó con todas sus fuerzas que volviese a pasar a su lado. La estrella nunca volvió, pero había dejado suficiente estela como para que la luna siguiera centrándose en ella. Y es que como ya sabéis, las estrellas fugaces son hermosas, poco frecuentes y se marchan con rapidez, dejándonos solo tiempo de pedir un deseo.

Así pasaron las noches y la luna buscó mil maneras de convencerse de que seguiría brillando aunque no estuviera esa estrella a su lado. Pensaba que quizás su brillo nunca volvería a ser tan intenso. Pensaba que quizás su ciclo lunar y su modo de iluminar la noche eran los culpables de que la estrella se hubiese marchado.

Pero hubo un día en que todo cambió. La luna se sintió renacer. Sintió que de nuevo comenzaba a brillar, que volvía a crecer. Se dio cuenta que esa estrella no era una estrella de su cielo y que probablemente no encajaba en él. Y decidió confiar en su fuerza y en su brillo, en su renacer. Y noche a noche se fue convirtiendo en una gran luna llena. Y comenzó a brillar tan fuerte que el cielo dejó de ser tan oscuro y no importó que no hubiesen más estrellas cerca de ella. Por fin, la noche lucía hermosa, con o sin estrellas, pero con esa gran luna brillando en ella.

Entonces la luna se dio cuenta que su luz procedía del sol y comprendió entonces que también era sol. Que podía brillar de noche y de día y que lo hacía sola, pues el brillo y la fuerza le nacían de dentro. Así, las nubes podrían cubrirla un poco en los días grises, pero nunca dejaría de brillar. En noches oscuras podrían lucir hermosas estrellas a su lado, pero no para apagarla, sino para crear juntas un cielo más hermoso. Y desde entonces, el sol y la luna ya no fueron opuestos, sino distintas expresiones de una misma luz interior.

AMPARO


Feliz Viernes. Hasta mañana.

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