viernes, 21 de marzo de 2014

La generosidad

Buenos Días

Los viernes suelo compartiros algún relato. Hoy quería reflexionar con vosotros acerca de lo que yo creo que es el único motor capaz de echar a andar esa locomotora que es nuestro mundo hacia un mañana más próspero: LA GENEROSIDAD

Ser generoso es desprenderte de lo mejor que tienes para hacer un poco mejor la vida de otros. Yo he tenido la oportunidad en mis años de voluntariado de conocer a mucha gente generosa que me han demostrado que un mundo mejor es posible si todos nos lo proponemos. Por eso al compartir este relato pretendo dar una oportunidad de reflexionar qué podemos hacer para mejorar esta realidad que francamente no creo que le satisfaga a nadie.

La recompensa de la generosidad

Un día, un viejo sheij árabe murió. Aunque era el jefe de su tribu, no era un hombre rico. Toda su riqueza consistía en sus " barcos del desierto", los camellos que poseía. Los camellos le habían dado alimento y leche, le habían transportado a través de las inmensidades de arena y, después, le habían proporcionado sus pieles, con las que podían hacer las tiendas.

El sheij había tenido tres hijos y, ahora, tras su muerte, ellos serían los dueños de los camellos. Pero antes, tendrían que escuchar la lectura de las últimas voluntades del anciano para ver el modo en el cual el hombre había decidido repartir los camellos entre sus hijos.

Toda la familia se reunió en la tienda del anciano. Los tres hijos estaban preparados para escuchar a su tío, que era quien iba a leer las últimas voluntades del hermano. El tío leyó en voz alta cómo habría que dividir el rebaño de camellos. El mayor de los hijos recibiría la mitad de los camellos, el segundo recibiría un tercio de ellos y el pequeño recibirá un noveno. El texto terminaba con estas palabras: " Todo lo que des con amor, volverá a ti ".

Los hijos ya sabían cómo quería el padre que se distribuyeran los camellos, pero no estaban seguros de cuantos camellos tenía el anciano, de modo que reunieron rápidamente el rebaño y lo contaron. Había diecisiete camellos. ¿Qué decían las últimas voluntades de su padre sobre cómo repartirlos? El hijo mayor tenía que recibir la mitad, pero cuantos eran la mitad de 17?

Por mucho que lo intentaron, los hermanos no pudieron calcular cuántos camellos les tocaban a cada uno, de manera que le preguntaron  a los mejores matemáticos de la tribu. Pero nadie pudo resolver el problema. ¿Qué podían hacer?

Entonces los tres hermanos decidieron acudir a su tío, para ver si les podía ayudar. El tío pensó en revisar y volver a leer las últimas voluntades de su hermano.... que terminaban con las palabras: "Todo lo que des con Amor volverá a ti". ¿Qué significaba esto? Lo pensó larga y detenidamente. Al final, una sonrisa le cruzó el rostro.

- Ya sé lo que debemos hacer- dijo el tío. Os daré uno de mis camellos para sumarlo a los de vuestro padre. Eso resolverá el problema.

Los hermanos miraron desconcertados a su tío y se rascaron la cabeza. ¿De qué modo iba a ayudar un camello más?.

¡Pues si! Ahora habría 18 camellos. El hijo mayor pensó en su parte y calculó rápidamente la mitad de dieciocho. El mediano pensó en su parte y calculó un tercio, y calculó un noveno de dieciocho. Los camellos se podrían dividir ahora según la voluntad del padre. De los dieciocho camellos, el mayor se quedaría con nueve, el mediano con seis y el pequeño con dos. ¿Cuántos camellos sumaban? ¡Diecisiete! ¿Qué demonios iban a hacer con el camello que sobraba?

Y no les costó demasiado a los tres hermanos acordar cómo iban a proceder: le devolverían a su tío el camello que les había dado. El viejo estaba complacido, pero no complacido, pero en absoluto sorprendido.

- Sabía que algo volvería a mí -dijo-. "Todo lo que des con amor, volverá a ti"

Adaptación de un cuento árabe  de Robert Fisher

Espero que os sirva. Hasta mañana      

 

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